Técnica: Acetato y pintura esmalte





En 1997 Jaime Sánchez realiza una serie de retratos imaginarios de pequeño formato prácticamente en blanco y negro, pintados con acetato y esmalte. Es la primera vez que el pintor aborda el género del retrato de manera profusa.

Los llamados mordazmente por el autor, “Asesinos”, son seres intrigantes engendrados en la fantasía de su creador, provistos de estrafalarios nombres, como de personajes novelescos: Frank Eliot, Dctor Waterman, Nestor Gutiérrez,…Este numeroso grupo de individuos anónimos conforman una suerte de galería de estereotipos sociales y protagonistas de literatura negra reinventada, que tan pronto evidencian a una colectividad homogénea, aburrida, en El Funcionario, como evocan los misterios sin resolver de Allan Poe, Agatha Christie… en la sempiterna figura del ladrón de guante blanco o el asesino siniestro y refinado. Inscritos en espacios casi abstractos, herméticos, claustrofóbicos, que recuerdan los cuadros de autorretratos psicoanalíticos de Francis Bacon, sus presencias enigmáticas oscilan entre la subjetividad del autor y la objetividad de la realidad. Y en ese afán de reconocerse en la propia pintura, de situarse dentro de la obra y de verse a sí mismo irónicamente como es o como aparenta ser, aparece el propio artista (Autorretrato con coleta). Quizá un desconcertante juego de significados aleatorios, mezcla de humorismo y angustia existencial. El espejo de esa realidad sórdida, plana y monótona que le rodea, devuelve al propio pintor su imagen en un alter ego convertido en estereotipo de sí mismo…